Tremendo... o quizá predecible ?
De hace un par de años para acá, la víspera del día de todos los Santos, un día consagrado a visitar los camposantos, ha pasado a convertirse en la sombra de una fiesta propia de un país lejano, muy lejano (cuanto más mejor, la verdad).
Hasta da risa que te toquen en la puerta y te reclamen caramelos y demás chuches (no vale una lata de fabada?), o ver un desfile de fantasmillas por la calle, como un sábado noche cualquiera.
¿Moda pasajera? ¿O la sociedad se ha vuelto demasiado permeable en estas lindes?
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