Mire por donde, estos días se realizaron unas jornadas sobre accesibilidad web en el Auditorio Alfredo Kraus, por corte y lo que es más importante: fidelizar al cliente. UHsía del Cabildo de Gran Canaria y otras instituciones.
Dada la naturaleza de mi trabajo, y el auge del navegador como herramienta practicamente cotidiana, decidí asistir a estas jornadas, realizadas los días 25 y 26, con ponencias y talleres.
La experiencia fue grata, tanto por la calidad de las ponencias como los talleres, pero no puedo evitar destacar algunas cosas que me impactaron:
- La accesibilidad, entendida no sólo como mejora técnica, y requisito legal para determinados organismos y empresas, sino como una potente herramienta orientada a mejorar la calidad del web: información más clara, mejor organizada, mejor posicionamiento (hay quien paga dinerales por estas técnicas).
- La falta de cocienciación: muchas webs se limitan a pasar los tests automáticos, y ya está. Error: un web accesible debe cumplir, sí, una serie de requisitos técnicos, pero también humanos (información bien redactada, estructura bien construida, semántica correcta, etc...).
- Costes: muchas veces se asume que hacer una versión accesible de un web supone un sobrecoste. No debería ser así, puesto que se está haciendo una inversión en calidad, lo cual redundará en la satisfacción del cliente, y ya sabe... un cliente satisfecho es un cliente que vuelve.
- Solidaridad: no conocía otra manera de etiquetar esta parte, la más importante, de hecho, y que comento por separado.
El ser humano tiende a mirar a otro lado cuando hay dificultades, y en muchos casos, la empatía es practicamente un concepto de diccionario.
¿ A qué me refiero con esto ? Pues al caso de personas con algún tipo de dificultad y/o deficiencia sensorial del tipo que fuera (visual, auditiva, etc...), que quieren acceder a servicios on-line, y se topan con una barrera, en muchos casos, insuperable.
Como la experiencia es un grado, y las cosas se entienden mejor
viéndolas, se realizó una experiencia muy interesante en uno de los talleres, a cargo de la ONCE.
La experiencia consistió en usar un pc dotado de un lector de pantalla (jaws), ponerse un antifaz, y navegar por la web, sumirse en el día a día de una persona ciega...
Duró 40 minutos, en los cuales, este que escribe aquí, malamente llegó a visitar dos webs de organismos públicos, y a duras, duras penas.
Me quedé con una sensación de impotencia y frustración: enlaces mal descritos (más información, nada, leer, ...), páginas sin estructura adecuada, textos nada descriptivos, etc... en más de una ocasión, no pude evitar la tentación de mirar de reojo por el antifaz, pero claro, qué pasa si no tenemos vista para leer ?
Otro caso interesante, que no práctico, fue el planetado por el ex-presidente de la asociación de sordos de gran canaria, un señor que aportó, de primera mano, otro de los grandes problemas que se obvian: si una persona carece de audición desde el nacimiento, no podrá entender el concepto de muchas cosas.
Estamos tan habituados al entorno que nos rodea, que el concepto de una imagen donde se refleja a pareja de estudiantes, nos evoca noches de estudio, esfuerzo, ilusión, etc... mientras que a otras personas, simplemente puede no aportarles nada (dos personas sentadas).
Y esta realidad se refleja tanto en la web de las empresas privadas, como en la administración pública.
Cómo solventarlo ? No es fácil, pero hay mecanismos: mejores descripciones en las imágenes, los textos, etc... o, mejor aún, asesorándose con personas de los colectivos representativos, aquellos que conocen bien cómo enfocar los problemas, y las soluciones.
¶